Los libros de de Iveth Luna Flores se equiparan a viajes de una voz antiheroica que articula la realidad como si hilara cuentas de distintos tamaños y materiales para hacer un collar de la caótica belleza del mundo. Hace unas semanas, conversamos por IG Live sobre Poesía y alcohol. Aquí algunas preguntas que surgieron después de esa charla.
Sabina Orozco: ¿Cuál era tu concepción de "poeta maldita" los primeros años que empezaste a escribir?
Iveth Luna Flores: Creo que había una fascinación compartida con mis compañerxs de carrera por las vidas caóticas de lxs poetas: Rimbaud, Verlaine, Baudelaire, Kafka, Artaud, Panero, Bukowski, Carver, Plath, Pizarnik y otrxs que ahora no recuerdo. Sé que me identificaba con el dolor, con las familias disfuncionales de donde venían y con su arrojo al escribir. En esa identificación me hallaba cómoda y supongo que también era natural que siendo tan jóvenes, quisiéramos ser lxs rebeldes, lxs apestadxs, lxs tristes. Ser poeta maldita era alargar el rencor y el dolor de la adolescencia.
SO: ¿Qué te agrada y desagrada de aquel concepto pensándolo a la distancia?
ILF: Pienso que en esas escrituras "malditas" hallé libertad para escribir y hablar de lo sucio, de lo horrible, de lo doloroso, de la complejidad humana. Me parece que hubiera sido otro tipo de escritora si hubiera vivido ciertas condiciones cómodas para estudiar literatura, y que también habría elegido otro tipo de escritura para asimilarla y apropiármela, una más limpia, más distante, menos corporal. A la distancia, me veo con compasión. Esos poemas y narrativas, incluso el teatro, me arroparon y me ayudaron a sobrevivir. Lo que sí cambiaría sería la forma en la que mezclé mi cuerpo con las adicciones, la autoconmiseración, el exceso. Aunque también supongo que cualquier inclinación a un tipo de arte o corriente, deviene en una pasión, en una alteración de la mirada, es inevitable. En mi caso, no es que me autonombrara poeta maldita, pero performaba en mí una identidad de escritora anómala, periférica, inconforme.
SO: Con frecuencia impartes talleres de poesía, ¿eso de qué manera ha influido en tu escritura?
ILF: He descubierto muchas estrategias, vicios, dudas y estructuras del pensamiento poético y creativo a través de mis alumnxs, eso me sorprende mucho. Impartir talleres me ha dado un espacio para reflexionar sobre cómo aprendí a escribir y cómo enseñar a escribir a otrxs. Me conmueve mucho el impulso de las personas para escribir, para dar cuenta de sí mismxs. Y creo que ese deseo colectivo reaviva en mí la esperanza del lenguaje, del poder de las palabras y la mirada. Me impulsa a seguir mirando y escribiendo, pero sobre todo a compartir lo que lxs otrxs quieren decir. Y por último, hay que decirlo, mis talleres han posibilitado que no esté en una oficina encerrada, impactan de manera directa, el apoyo económico me ayuda a seguir teniendo espíritu y tiempo para escribir.
SO: El miedo y el humor destacan en tus libros, ¿cuáles son los motivos de esa presencia?
IL: El tema del miedo no es algo que haya reflexionado mucho, pero supongo que está ahí porque viví y vivo con mucho temor en mi cuerpo y por eso se transfiere a la escritura. Los contextos violentos en los que viví y vivo están dentro de mí y la escritura es una forma de sacarlos, de hablarlos en colectivo. El humor es algo que me cuesta mucho ejercer, aunque quisiera aprender a escribirlo bien, a hacer reír a las personas, lo he logrado unas cuantas veces y creo que hacer reír en una lectura de poesía me es más gratificante que hacer llorar o estremecerse. Hay muchas preguntas que sigo teniendo acerca del humor en todas sus expresiones, pero intento incluirla en mi literatura porque también tenemos derecho a reír.
Iveth Luna Flores (Monterrey, Nuevo León, 1988). Licenciada en Letras Mexicanas por la UANL. Es autora de los libros de poesía Comunidad terapéutica (Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal 2016) y Ya no tengo fuerza para ser civilizada (UANL, 2022); sus ensayos, relatos poemas han aparecido en revistas como Este País, Punto de Partida y Periódico de Poesía (UNAM), Estudios (ITAM), Tierra Adentro, Armas y Letras, Letras Libres; y en diversas antologías nacionales e internacionales. Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León y del programa Jóvenes Creadores del FONCA. Imparte talleres de poesía especializados en temas como la familia, el hogar y la intimidad, además asesora y edita libros en construcción.